viernes, 6 de noviembre de 2009

Los ultimos diez minutos de un suicida

Empecemos en un día cualquiera, de un mes cualquiera, de un año cualquiera. Irrelevantes para las labores que ahora nos ocupan o nos ocuparán. Solo basta saber en esta historia que ese día cualquiera para una persona en particular tuvo un significado bastante distinto del común.

Minuto 10. Erase un hombre, o quizá una mujer, en un puente cualquiera en medio del desorden de una ciudad cualquiera. Quizá era que la velocidad de todo y a la vez la lentitud de la nada en un corazón hacían que el tiempo discurriese rápido y lento, pausado y agitado. Era evidente el desorden que rodeaba las frágiles circunstancias de tan patético momento.

Minuto 9, 8, 7. Siendo esta la situación , nuestro cobarde suicida valiente pisaba cada escalón. subirlo era como bajarlo en la vorágine de sensaciones que abatían la nao de su entumido corazón. Entumido por vacío, nada ya lo podía hacer volver atrás. Mientras caminaba, cada escalón era un volver, cada escalón era un avanzar, Lucha de recuerdos y proyecciones. Relacionados de una manera tan coherentemente ilógica que demostraba que su cariño por vivir, su cariño por ver un nuevo día no era más que la rutina. Su existencia era una triste rutina, caminaba tan lento como el reloj del conejo, ya no había ni el atisbo de la curiosidad por un nuevo amanecer.

Minutos 6 ,5 ,4. Termine el largo camino!, si 14 escalones significaban largo camino: extraña ironía que dichas palabras coincidiesen con su cercano fin. Y es que estas crueldades son pan de cada día de la vida. Camino por un camino ya no tan accidentado. Era tan contradictoria tanta facilidad. Es como si te intentaran convencer de lo contrario y ante lo imposible o inderrumbable nadie le diese mayor importancia.

Minuto 3. Miraba al vacío, suponía la bulla pues todo casualmente se había convertido en un silencio sepulcral. Era como si el mundo enteró le hubiese concedido como nunca antes había pasado, su previo minuto de silencio, adivinando su cercano fin. O quizá era el silencio que suele anteceder al desastre. Como cuando cae algo y todo el mundo pareciese callar y luego el ruido naciese y el desorden, y el todo y la nada... la nada....

Minuto 2. Como aquel que escalase la montaña más grande del mundo, como aquel que subiese a un inmenso estrado a declararse culpable de no ser valiente y entregarse por lo que en realidad estaba ya echado a perder. Le tiemblan las piernas y las fuerzas le fallan, recuerda como un comicón antiguo lo que le llevó ahí, de pronto lo ve lento. El temor y la emoción le hacen debil, casi cae para el lado seguro. Eso era lo fallido del plan. Pero sacando lo último de fuerzas que le quedan y sintiendo el último aire que respiraría, suspira y se pregunta nuevamente por lo que lo llevó ahí. Una vez más se atreve a cuestionarse y siente que algo cálido fluye de su interior, una curiosidad conocida, unas ganas de vivir más fuertes que nunca.

Minuto 1. El aire repentinamente empezó a presentir los gritos retumbantes de 2 segundos después del desastre y como si llorase por el futuro muerto, mando una lágrima. Una gota gélida en aquella triste tarde noche de invierno. Rozando el rostro del futuro muerto, se sintió feliz, no sabía porque, quizá era la cercanía a su fin, pero no dejaba de molestarlo esa sensación conocida, esa curiosidad conocida, y cuando quizá alcanzar al certeza de saber que era, cayó.
...
Esto sucedió en milésimas de segundo. ocurrió cuando su cuerpo, conexión con su existencia, caía al vació con fondo. Descubrió la calidez de esa curiosidad, la sintió suya y conocida y deseo más que nunca dar marcha atrás lo deseo con toda su alma, lo deseo como deseas las estrellas en la palma de tus manos, lo deseo como el más grande anhelo que tuviese su vida. Ahí vio la luz y la oscuridad a la vez si eso es posible en este mundo de locos.

Nada más....










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